¿Qué están dispuestos a hacer los generadores de contenidos por
conseguir espectadores, por despertar nuestra saturada curiosidad?…en el mundo
del Arte, no son pocos los artistas que han hecho de la provocación una de sus
marcas de identidad. Muchas veces las propuestas artísticas tienen como unico
fin el de conseguir visibilidad entre el caos mediático. Algunos artistas
trabajan incluso en los límites de la legalidad, o ponen en riesgo su propia
vida para que su mensaje impacte en el mayor número posible de espectadores.
¿Partir de un planteamiento artístico lo justifica todo?, ¿el fin
justifica los medios?, ¿son necesarios los límites en el Arte?….¿todo vale?.
Lo que si podemos decir para contestar a estas preguntas es que el
artista contemporáneo, aun cuando asuma en su práctica la libertad que supone
la ausencia de límites claros y distintos en la definición de arte, no puede
eximirse de las implicaciones socio-culturales que tiene su obra, pues el mismo
arte que le permite la clase de libertad que tiene, le “obliga” también a
incorporar y aplicar una reflexion sobre las consecuencias sociales y políticas
de su producción. No hay artista que se pueda considerar metafísicamente más
allá del bien o del mal.
Quizás uno de los primeros artistas en llevar al límite la experiencia
artística fue Chris Burden, como demuestran sus performances “suicidas”:
aquella en la que un amigo le disparaba con un rifle en el brazo.
En 2011, el
artista italiano Max Papeschi, ironizando con esta vertiente del arte sin
límites ni escrúpulos decidió poner en venta a su madre, para que la señora
pudiera vivir dentro de un museo y formar parte de la historia del arte.
“Firmamos
un contrato y es tuya, te la llevas dónde quieras, a condición de que la trates
bien. Y que me dejes ir a verla cada dos semanas”
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